sábado, 29 de octubre de 2011

Fans, denominaciones, grupos y personalidad

El fenómeno fan siempre ha existido. Es muy significativo, por ejemplo que a raíz de la publicación de Las penas del joven Werther en 1774 se incrementasen los suicidios a la hora de imitar al protagonista (de ahí que la Iglesia condenase y prohibiese el libro) y surgiese toda una mercadotecnia que trataba de aprovechar el "boom" que había supuesto la novela y su autor entre los jóvenes. A partir de entonces es cierto que este fenómeno ha evolucionado de una forma significativa expandiéndose considerablemente. No obstante, parece bastante claro que esta práctica ha degenerado en los últimos años.
 El movimiento de los fans se acerca peligrosamente a la cultura de masas y a la manipulación social. Los fans se han entregado por completo a sus ídolos: los siguen en las redes sociales, esperan ansiosos sus videoclips, discos, etc. no dudan en pasar horas y horas guardando cola para adquirir las entradas a sus conciertos o estrenos y para poder lograr la primera fila (a veces incluso sacrificando jornadas laborales o de clases con la aquiescencia o no oposición de sus progenitores). Estas son prácticas habituales y poco reprochables si tenemos en cuenta en que dicha conducta se suele producir en la explosión de la adolescencia, aunque son preocupantes cuando empiezan a denotar cierta inmadurez. 
Por otra parte, llama poderosamente la atención el hecho de que los fans busquen con encarecimiento la creación de un grupo cerrado, selecto, organizado como si de una enorme familia se tratara y con una denominación concreta; un grupo de dimensiones a veces colosales en el que se comparten gustos, deseos, opiniones, comportamientos, lenguaje, estética... es decir, es como si el efecto Pigmalión lo abarcase en su conjunto y la influencia del ídolo los absorbiese por completo. 
Los fans conocen a la perfección la vida y milagros de su ídolo, a veces hasta límites enfermizos en los que sacrifican conocimientos útiles o visiones de la actualidad para entregarse al análisis en profundidad de dicho ídolo que es el centro de su universo. Hay fans que saben el nombre completo y la fecha de nacimiento de dicho artista y sin embargo desconocen las señas de un familiar tan cercano como su abuela; sí, esos fans viven en una realidad alternativa. Esto supone un riesgo considerable ya que pierden la capacidad crítica con respecto a los actos, dichos, hechos, opiniones etc. veritdos por su ídolo, con lo cual, se crea una idiosincracia concreta que erosiona y tergiversa la cosmovisión de un gran sector de la población mundial (la globalización ha dotado de proporciones inimaginables a este fenómeno). 
Por tanto, creo que el reto con el que se ha de enfrentar el fenómeno fan en la actualidad es con la capacidad de tomar distancia del grupo surgido en torno del ídolo para poder labrar opiniones propias. Es claro que no es conveniente generalizar y que todo esto está sujeto a circunstancias concomitantes bastantes relativas, pero no hemos de negar que la pertenencia a un grupo es buscada a veces por los individuos para sentirse comprendidos, arropados o protegidos de ahí que se deban analizar las causas que llevan a un fan a dedicar su vida al ídolo ya que pueden dejar al descubierto carencias harto significativas. 
Obviamente también soy fan de determinadas personas: cantantes, actores, escritores, etc. pero nada de ello me impide opinar por mí misma, así que por ejemplo no defendería a capa y espada a mi ídolo si fuese acusado presuntamente de algún delito, es cierto que debe prevalecer la presunción de inocencia, pero la cautela es esencial en estos temas tan delicados y complejos.