martes, 28 de febrero de 2012

Tiempo


El tiempo pasa, inexorable, inexpugnable, en cada grano de arena, en cada gota de agua que colma la clepsidra... y a su paso todo cambia y se transforma, es el milagro del tiempo que logra que nada permanezca estático y aunque el cambio sea a veces drástico e incomprensible permite que avance la vida. En ocasiones nos quedamos quietos en una espiral de acontecimientos que no podemos controlar, observando con impotencia cómo todo se modifica o destruye, pero entonces descubrimos que el tiempo es el mejor maestro y que su paso aunque devastador se convierte en determinados momentos en el único consuelo existente. El tiempo nos hace aprender, madurar, equivocarnos y construir nuestro camino. Decía el filósofo griego y presocrático Anaximandro que el tiempo es un juez universal que reordena el universo. Este es un alivio que personalmente agradezco ante el poder del tiempo que nos consume, ante los anhelos de inmortalidad y las ansias de eternidad del ser humano. Es el tiempo el que logra que la verdad aparezca con vigor y el que obra con una suerte de justicia poética devolviendo todo a su cauce, logrando que la mentira y la injusticia no permanezcan vivas más lapso del necesario. Por ello, ante lo inevitable sólo podremos tratar de disfrutar y de enriquecernos con el paso avasallador y necesario de este Leviatán. 

P.D. 2 años ya escribiendo en este blog, espero que sean muchos más, gracias por animarme y por estar ahí.

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