lunes, 18 de julio de 2011

Momento lúcido de una jurista en formación aún no corrompida

Dicen que la justicia española es como el humor inglés, pocos la entienden y quienes lo hacen se ríen de ella. Yo entiendo algo de ella (aún estoy en proceso) y no me río, todo depende de cómo se entienda o se quiera entender. La sociedad es una fuente del derecho (costumbres y prácticas que se elevan a normas jurídicas), pero no puede ser un lobby que trate de imponer sus preferencias indiscriminadamente; el derecho ha de avanzar al compás de esta, pero la sociedad no puede tratar de cambiar bruscamente sus reglas ni cuestionarlas sin motivo. Para que el derecho sea eficaz es necesaria una sociedad culta, participativa y respetuosa, ya que entre ambos existe una simbiosis irrompible. Por tanto, no se trata de que los juristas sean unos desalmados sin corazón, el derecho ha de ser lo suficientemente aséptico e imparcial para lograr la concordia, la armonía y la perfección social, cosa que nuestros instintos y pasiones profundamente humanos a veces nos impiden apreciar. El derecho precisamente trata de erradicar o mitigar esos institntos que afloran súbitamente en el núcleo social y dan lugar a las más deplorables atrocidades. Ante un hecho de tal calibre el instinto humano aprobaría la venganza, pero eso nos llevaría a un estado primitivo como el estado de la naturaleza de Locke, de ahí que el derecho sea necesario para lograr la libertad democrática. El derecho (o la Justicia) ha de ser un ente luminoso que recta y racionalmente guíe y ordene nuestros actos, de ahí que la pena de muerte y la cadena perpetua no sean compatibles con la Constitución. Toda condena ha de respetar la dignidad humana. Dignidad, eso que quizá  nos distingue de los animales y que es un axioma inherente a la naturaleza humana, ¿qué es un ser humano despojado de su dignidad? ¿querría seguir viviendo? Lo que ocurre es que la sociedad tiende a apoyar masivamente al injuriado, al más débil y no se detiene a estudiar la posición del acusado cuya presunción de inocencia es vital. Es precisa la empatía, cualquier presunto delincuente es un ser humano por encima de las diversas circunstancias concomitantes que lo hayan llevado a delinquir. El derecho ha de estar por encima de nosotros, si olvidamos eso estaremos despreciando su verdadero valor y su concreta finalidad.

2 comentarios:

Cristina Bilbao dijo...

Igual la clave está en lo de la sociedad culta, participativa y respetuosa, no? JajAja
Personalmente, no se hacía dónde vamos ... Pero observando un poco la Historia ... me parece que en esencia no hemos cambiado demasiado :). El Ser Humano es capaz de lo mejor y de lo peor, al mismo tiempo :)

Helienne dijo...

Sí, supongo que esa es la clave pero si algo he aprendido estudiando Derecho es que el ser humano es irremediablemente libre. A través de una estructura jurídica bien consolidada se podría lograr una sociedad así porque el derecho sería una forma más de educación. Obviamente la ambivalencia del ser humano es lo que más nos desconcierta, pero yo nunca me he posicionado a favor de Rousseau ni de Baudelaire, el hombre no es ni totalmente malo ni totalmente bueno, todo depende de las circunstancias...