viernes, 23 de septiembre de 2011

Mi opinión sobre el plan Bolonia


El objetivo del plan Bolonia es ambicioso y necesario si se pretende lograr que Europa adquiera fuerza como entidad político-cultural. No obstante, en algunas materias dicho proceso de unificación es más sencillo y puede dar lugar a unos resultados más óptimos. En el caso del “Grado en Derecho” nos encontramos con que la disciplina sobre la que se asientan los estudios varía a lo largo de los distintos miembros de la Unión Europea.
  En Europa conviven distintos sistemas jurídicos que difieren en muchos aspectos de manera radical y cuyas discrepancias afectan a todas las ramas jurídicas. Es cierto que existen muchos puntos  comunes ya que los países miembros de la Unión Europea comparten los valores democráticos, lo cual es algo que el Derecho Constitucional Común Europeo ya señaló y que proporciona un marco amplio de actuación dentro de las políticas comunes. El plan Bolonia ha de explotar dicha convergencia si no desea verse frenado por las desavenencias que pueden conducir a objetivos contradictorios o contraproducentes.
   En consecuencia es necesario un esfuerzo mucho mayor por parte de los Estados europeos con el fin de lograr una integración plena en un mundo globalizado y dicho esfuerzo ha de revertir en la formación de juristas y profesionales que sepan enfrentarse a los problemas a escala internacional, ya que el derecho debe evolucionar al compás de la sociedad, algo bastante complejo en un mundo donde los procesos humanos se suceden de manera vertiginosa.
  Por tanto, el derecho comunitario debe plantearse dar un paso más y si bien es cierto que se han producido notorios avances como la carta europea de derechos humanos sería conveniente plantearse la posibilidad de crear un código civil europeo aprovechando la herencia que el derecho romano dejó a lo largo del viejo continente y que ha sido respetada por la gran mayoría de Estados. También debería alcanzarse consenso en el método de acceso de profesionales al cargo de juez, ya que por ejemplo, en el caso español se centra casi mayoritariamente en el  aprendizaje memorístico (que por otra parte ya se proporcionó en la etapa universitaria) sin atender a otros aspectos importantes como la calidad humana, ética o la experiencia. De esta manera el estudio del “Grado en Derecho” que plantea el plan Bolonia se facilitaría.
  Por otra parte, el método docente que Bolonia busca implantar es mucho más equilibrado y novedoso ya que se diferencia en gran medida del clásico sistema de las “clases magistrales”. Se pretende así que el alumno gestione su formación de manera más independiente, investigue y pueda así suplir posibles carencias.
  Es cierto que la independencia del alumno aumenta pero ello debería verse reforzado con un seguimiento más personalizado por parte del profesorado, con tutorías que no importunen horas lectivas, es decir, sería recomendable que las tutorías de los alumnos que acuden a clase por las mañanas tuviesen lugar por la tarde y viceversa. En dicho caso, a la hora de respetar la independencia y las propias decisiones del alumno debería otorgarse la posibilidad de escoger entre formación presencial y no presencial, o al menos, no realizar un control exhaustivo de la asistencia que repercutiese de manera negativa en el estudiantado. Sin embargo, esto no puede lograrse si los grupos continúan siendo tan numerosos, ya que de este modo el profesor opta por otra metodología que en ocasiones desequilibra la balanza y termina por sobrecargar al alumno.
   El plan Bolonia también se interesa por la formación práctica del alumnado, algo que en Derecho es especialmente importante, ya que al finalizar la formación constituirá un bagaje de experiencia que será útil a la hora de acceder al mercado laboral. Por el contrario, no es posible realizar una formación práctica de calidad en un grupo demasiado numeroso, que imposibilita, por ejemplo, acudir a vistas, visitar juzgados, etc. a todo ello se suma la necesidad de cumplir con un temario en ocasiones demasiado extenso en un espacio de tiempo reducido, con lo que quizá algunas asignaturas cuatrimestrales deberían convertirse en anuales para de este modo, sentar las bases de una manera más precisa.
  En cualquier caso, es preciso tener claro que la formación de los juristas es de vital importancia para el futuro ya que serán dichos profesionales quienes ejerzan uno de los poderes del Estado. Con lo cual, facilitar el intercambio cultural entre universidades y sistemas, dotando de este modo de un conjunto de posibilidades más amplio redundará en beneficio de Europa como ente político-jurídico.

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