miércoles, 25 de mayo de 2011

Self-destruction

Odiarse. Odiarse frente a una misma, frente a los demás, frente al espejo. Despreciar tu timidez, tu inexperiencia, tus limitaciones, aunque tengamos la certeza de conocerlas. Amar y rechazar la soledad a un mismo tiempo, porque te enfrenta a tus miedos. Convivir con una conciencia que cuestiona cada paso, que te frena. Llorar sin motivo y mortificarse para sentir un alivio efímero que vuelve a sumirte en algo similar a la tristeza. Exigirse lo máximo, marcarse metas inalcanzables que sólo logras rozar levemente en sueños, buscar la perfección o la imperfección más perfecta. Dudar, volverse sobre los pasos y retroceder. No ser capaz de ser una misma, verse encorsetada por los demás y por el efecto Pigmalión. Coartarse, no poder alcanzar la perspectiva externa necesaria para obrar lógicamente. Luchar por un cambio interior aunque esto signifique renunciar a la propia esencia. Sentir el dolor que sólo puede producir la decepción que te causas a ti misma. Soportar la tempestad de emociones que amenaza con despedazarte y, pese a lo que pase, seguir.
Odiarse. Odiarse frente a una misma, frente a los demás, frente al espejo.

No hay comentarios: