sábado, 13 de agosto de 2011

"Esta juventud de hoy": un tributo a la honradez

"Triste época la nuestra en la que es más difícil desintegrar un átomo que un prejuicio." A. Einstein

Es muy adecuada esta cita de Einstein con la que doy comienzo al artículo ya que pienso que aún tiene vigencia. Considero que la honradez es un valor que debe ser reivindicado en estos tiempos que corren ya que sustenta y apoya a todos los demás. No obstante, parece que no es muy apreciado actualmente a pesar de que hay quien lo exige habitualmente. Con ello me refiero a que el colectivo de los jóvenes somos con frecuencia el blanco de muchas críticas injustas y con un afán generalizador que detesto completamente. Obviamente no soy perfecta ni la mejor persona del mundo pero entiendo que no puedo sentirme aludida ya que siempre intento respetar esos valores que me inculcaron. Es muy frecuente escuchar cómo personas mayores suelen proferir quejas acerca de "lo mal que está la juventud de hoy". Ejemplo clásico es el del transporte público en el que suelen intentar acceder con preferencia a base de empujones. Por otra parte yo acostumbro a ceder el asiento a las personas mayores aunque el otro día en el metro de Barcelona me pareció bastante poco respetuoso que el anciano a quien se lo cedí no me lo agradeciese, ni me dirigiese una sola mirada. La crisis de valores es algo de lo que ya nos hablaban Séneca, Juvenal y Aristóteles entre otros, por lo que debo preguntarme si no viviremos siempre en una sempiterna crisis de valores, aunque ¿para quién? Es claro que la evolución y el cambio siempre sustituye a lo anterior y aunque las nuevas generaciones debemos mucho a la anterior en cierto modo somos diferentes, algo que de algún modo debe interpretarse como un elemento enriquecedor.
Desde aquí me propongo instar a todos aquellos jóvenes (y no tan jóvenes ¿por qué no? sentirse joven es algo que no depende de la edad) a que demuestren que "la juventud de hoy" pese a las críticas sigue defendiendo de forma ardiente esos valores que algunos creen perdidos. Por mi parte entiendo que no cuesta nada ser amable y honrado si analizamos el bienestar interior que proporciona. Ayudar a quienes están acarreando bultos pesados, dar los buenos días, las gracias, pedir las cosas por favor, sujetar la puerta y ceder el asiento o el paso acompañando dichos gestos con una amplia sonrisa es uno de los prosaicos placeres que nos ofrece la vida porque caminar por el mundo sintiéndose en paz con uno mismo y su conciencia es una buena manera de mejorarlo.

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