jueves, 28 de octubre de 2010

Halloween y papá Noel

Hoy he tenido oportunidad de leer una carta al director de un lector indignado en uno de ésos periódicos de tirada gratuita. El lector se quejaba de que algo como "jalogüin", castellanizado a propósito, (que según él empezó como reclamo "discotequero", opinión que secundo) se estaba convirtiendo en una práctica habitual entre los jóvenes españoles. Personalmente pienso que las recientes declaraciones de la Iglesia en relación con la consabida fiesta están totalmente fuera de lugar. La solución no está en "sacralizar" la fiesta sino simplemente en no adoptarla. En España tenemos los huesos de santo y las visitas (obligadas o no) a las tumbas de familiares y seres queridos el día de todos los santos. Estas tradiciones pueden ser más o menos de nuestro agrado, pero tampoco tenemos por qué seguirlas o modificarlas. La globalización también tiene sus efectos negativos, y normalmente este proceso integrador mundial está liderado por los países con más proyección internacional, es decir, por las potencias como EEUU (de donde se ha exportado en masa esta tradición, aunque originariamente provenga de las islas británicas). Que yo sepa nadie se pregunta qué se hace en Ruanda, Malasia o Serbia por estas fechas, sino que centramos toda nuestra atención sobre determinados Estados que eclipsan al resto. Yo no me identifico con este nuevo invento que nos han encasillado, probablemente porque soy de otra generación. El problema es que los más pequeños en guarderías, colegios, institutos etc, bajo el pretexto de que es necesario conocer la cultura anglosajona (algo a lo que no me opongo) están asumiendo con el paso de los años esta celebración como propia. Los niños, seducidos ante esta tradición se disfrazan y buscan los caramelos, mientras que los comercios se frotan las manos y hacen su particular agosto con los disfraces, así que todo está conectado. Es una pena que nadie recuerde (o quiera recordar) que este mes es el propio de las representaciones del Don Juan y del Burlador de Sevilla, mientras que gran parte se prepara para salir perfectamente "ataviado" a divertirse la noche del 31 de octubre o para ver películas de miedo, cosa que no es poco habitual, aunque, eso sí, aprovechando siempre el pretexto de Halloween. Lo mismo ocurre con la tradición navideña de Papá Noel, aunque esta tiene un mayor "arraigo" en nuestra sociedad, quién sabe si Halloween lleva el mismo camino. Mientras tanto yo seguiré escribiendo la carta a los Reyes Magos y considerando el 31 de octubre un día como otro cualquiera en el calendario.

1 comentario:

Diógenes dijo...

Cosas de la globalización. Pero es inevitable. Al fin y al cabo la globalización no es más que la interconexión de todo: cultura, tecnología, relaciones e intercambios económicos, política, etc. Intercambio de todo lo bueno y todo lo malo. Pero siempre ha sido así. Desde las tribus de antaño para las cuales el límite de su aldea era el límite del mundo hasta la aldea global de la actualidad, el camino ha sido inevitable. Todos queremos saber de todo, estar con todos, compartir con todos (y por supuesto, también muchos quieren explotar a todos de una forma u otra). Los movimientos antiglobalización se quejan de que la globalización económica sirve para expandir e institucionalizar unas relaciones de explotación a nivel internacional; puede que en parte sí, pero también ha permitido que países como China o la India despierten de su letargo económico y se pongan a la cabeza del crecimiento mundial, lo cual no me cabe duda de que dará lugar a cambios sustanciales en las relaciones sociales, culturales y políticas de las próximas décadas. ¿Y "jaloguin"? Molestarse por esto me parece una bobada. Nada más obvio que unas personas decidan fagocitar las fiestas de otras para pasarlo bien (ya sé que aquí siempre ganan las fiestas del imperio; pero bueno, fiestas son). A la hora de adoptar costumbres, siempre cuesta más imitar el trabajo, el esfuerzo o el ingenio de otros; pero cuando de lo que se trata es de imitar fiestas, nada más fácil. Y bueno, ¿qué problema hay si resulta natural y divertido? Yo me preocuparía por otras cosas, no por aquellas que hacen que la gente lo pase bien. ¿Y la Iglesia? Bueno los de siempre... como siempre.